Estoy segura de que en más de una ocasión te has preguntado de dónde surge la necesidad de disponer un carnet de conducir para poder manejar los distintos tipos de vehículos.
Pero, ¿quién consiguió el primer permiso de conducir? ¿Qué requisitos eran necesarios para obtenerlo? Si quieres descubrir esto y mucho más sigue leyendo para conocer toda la historia del carnet de conducir, ¿te lo vas a perder?
El concepto de un permiso de conducir, como lo conocemos hoy, tuvo sus primeros vestigios a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, en paralelo con el surgimiento de los automóviles. Sin embargo, los documentos iniciales no se asemejaban a los modernos permisos de conducir.
En Francia, en 1893, se otorgó lo que se considera el primer permiso de conducir. Emitido por la policía parisina, este documento no estaba destinado a los conductores comunes, sino a aquellos que manejaban vehículos a motor. Este permiso, denominado "livret à système", requería que los conductores demostraran su habilidad para operar el vehículo frente a un oficial de policía y obtenían un sello en su "livret" como evidencia.
No fue hasta 1903 que Massachusetts se convirtió en el primer estado de Estados Unidos en emitir permisos de conducir. Sin embargo, estos permisos se concedieron sin exámenes prácticos, reflejando la novedad del concepto.
Con el tiempo, el crecimiento del parque automotor y la necesidad de regulación llevaron a una estandarización más amplia de los permisos de conducir. Se introdujeron exámenes teóricos y prácticos, y la edad mínima para obtener un permiso se estableció en muchos lugares.
En la actualidad, los permisos de conducir son documentos esenciales que certifican la aptitud de un individuo para operar un vehículo. Han evolucionado desde sus modestos comienzos en Francia y Massachusetts para convertirse en una parte integral de la regulación del tráfico y la seguridad vial en todo el mundo.
El primer examen de conducir registrado tuvo lugar en Francia en 1899, marcando un hito crucial en la historia de la regulación del tráfico. La iniciativa se llevó a cabo en la ciudad de París y fue liderada por el Comité de Automóviles del Club de Francia.
Este examen no se parecía en nada a las pruebas contemporáneas. Los participantes eran evaluados en su habilidad para arrancar, detener y realizar maniobras básicas, sin la complejidad de los exámenes modernos. Además, el examen de 1899 no era obligatorio; más bien, era una opción para aquellos que deseaban demostrar su competencia al volante.
El primer conductor en aprobar este examen fue Monsieur Rigoulot, un sastre de profesión. Se destacó por su destreza al conducir un vehículo a vapor de la marca "La Jamais Contente". Este vehículo fue el primero en superar la barrera de los 100 km/h en 1899, estableciendo un récord de velocidad.
Este examen inicial sentó las bases para la introducción gradual de pruebas más estructuradas y exhaustivas a medida que la tecnología automotriz avanzaba y el número de conductores aumentaba. A lo largo del tiempo, los exámenes de conducir se han vuelto más rigurosos, abordando aspectos como el conocimiento de las normas de tráfico, la señalización y la destreza al volante.
El examen de conducir, nacido en el París de finales del siglo XIX, se ha convertido en un componente esencial para garantizar la seguridad vial y la competencia de los conductores en todo el mundo.
Y de Francia nos vamos a España, el primer país en legislar sobre el permiso de conducir de manera uniforme.
En 1900, la Gaceta de Madrid (antecesora del BOE) publicó un Real Decreto firmado por la reina regente María Cristina, en el que se exigía unos documentos para poder circular por las carreteras. También se establecían sanciones para aquellas personas que cometieran varias infracciones.
Este primer carnet de conducir tenía un precio de 15 pesetas.
18 años más tarde, un Real Decreto reguló que el permiso de conducir se solicitará al Gobernador Civil de la provincia correspondiente.
Para realizar la solicitud se requerían dos fotografías, un certificado médico en el que se especificase que la persona no padecía ninguna enfermedad que le incapacitara conducir y un certificado de buena conducta.
La edad del solicitante estaba comprendida entre los 18 y los 77 años y en el caso de las mujeres era necesaria una autorización paterna o marital.
Para obtener el permiso de circulación se debía saber leer y escribir, conocer el Reglamento y las disposiciones vigente sobre tránsito en vías públicas y saber conducir el vehículo.
El precio de este carnet de conducir era entre 10 y 17 pesetas, según la categoría.